Lunes, 25 de abril de 2016 – Edición impresa
Fernando Ojeda Llanes (*)
El miércoles pasado tuve el gusto de participar en un foro organizado por el Colegio de Contadores Públicos dentro del programa de la Semana de la Contaduría Pública; la parte que me correspondió estuvo relacionada con la ética profesional del contador público; en virtud de que es tema del momento, quisiera en esta ocasión escribir a este respecto.
Me referiré a la ética en general que, pienso, debe aplicar toda persona al prestar sus servicios o intervenir en la toma de alguna decisión.
A lo largo de toda nuestra vida y de nuestro caminar de siempre resuena la palabra ética. Desde nuestros seres queridos que se quejaban ante algún profesional: doctor, abogado, contador, etcétera, hasta de algún establecimiento por no haber recibido completa su mercancía o en malas condiciones; la radio y las noticias, mencionando que reporteros o locutores hablaban de falta de ética de los gobernantes o de algunas personas famosas con falta de ética.
Entonces la pregunta que surge ante estas expresiones rutinarias es: ¿Qué es ética? Para tener la idea precisa retrocedamos en la historia. Los griegos la definieron como un estado en que el ser humano debe distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo, por medio de su voluntad y las consecuencias que de ésta emanen, y a partir de entonces determinar la conducta que ayude a regular la convivencia desde el hogar, con los padres, hermanos y familiares. En fin, como hijos, amigos, estudiantes, profesionales y en toda nuestra vida como personas, pasamos por usar la ética.
Los griegos, llenos de mitologías, dieron lugar al nacimiento de la ética partiendo del mito de Prometeo y Pandora. Por aquellos días Prometeo roba el fuego a los dioses, lo que hace enfurecer a Zeus, quien manda un castigo a Prometeo con una caja que contenía todos los males “La caja de Pandora”. El hermano de Prometeo abre la caja y desata todos los males del mundo; aquí la mitología griega nos remite al origen del mal. Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué si podemos hacer correctamente las cosas hacemos todo lo contrario? ¿Por qué de una manera consciente o inconsciente hacemos el mal? De esta antigua Grecia debemos recordar a Sócrates, uno de los grandes estudiosos de la ética, quien mencionaba que para hacer el bien es necesario saber qué es, lo cual demostró utilizando la deducción.
Caminando por la ruta ascendente de la historia llegamos a la época del nacimiento del Cristianismo: el concepto de ética sufre modificaciones y salen las cuestiones teológicas tomadas de la Biblia que dicta la conducta que deben adoptar los seres humanos. De la Biblia surge el Antiguo Testamento, en donde se consigna la frase “Ojo por ojo y diente por diente”, y la pregunta: ¿Cómo aplicar la ética ante este dualismo incomprensible para el mayor núcleo de personas? En el Nuevo Testamento Cristo cambia el concepto a “El amor al prójimo”; el concepto de ética se canaliza al bien para todos, buenos y malos. Hacer el bien, aunque recibamos el mal, poner la otra mejilla para recibir el segundo golpe, perdonar 70 veces siete.
La historia nos sigue dictando que la ética tiene que ver con el bien y el mal, pero se tiene que identificar el bien para actuar en la forma adecuada y así ser éticos; la problemática que vivimos en la actualidad es que nuestra propia mentalidad va en forma analógica a nuestra propia cultura. ¿Dónde se inicia el concepto del bien y cuál es la frontera en donde se inicia el mal? Para un contador, por ejemplo, el bien podría dimensionarlo como hacer que su cliente gane dinero o tenga suficiente flujo de efectivo al prestarle el servicio; para tal caso, ¿sería válido procurar que su cliente pague menos impuestos, no importando cómo? Sin embargo, cómo hacerlo puede invadir el terreno del mal porque, al no pagar el impuesto, disminuye la posibilidad de que el gobierno obtenga recursos para procurar el bienestar social. ¿Habría justificación ética pensando, por ejemplo, que el gobierno no está cumpliendo su función de bienestar social? ¿Sería válido para los contadores no creyentes lo que Cristo dijo: “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”?
Desde mi punto de vista y muy personal, que espero lo compartan: la ética no es una serie de conceptos a cumplir establecidos por un código, sino toda una cultura de vida, una forma de ser; si nuestra cultura es mínima, aplicaremos mínima ética, o sea, enfocaremos menos al bien y más al mal; si nuestra cultura es alta será en viceversa.
He establecido de la palabra ética un acróstico: E (en) T (toda) I (intervención) C (comportarse) A (auténticamente). Quiero decir: No importa el momento, no importa el ambiente en que nos movamos, siempre que tengamos alguna intervención seamos auténticos, quiero decir seamos humanos y con valores firmes enfocados hacia el bien, hagamos lo correcto, amemos nuestra profesión, nuestro trabajo, innovemos constantemente y pensemos en el bienestar común, aun cuando tengamos un código de ética, sus expresiones escritas siempre serán limitadas, la ética va más allá de un conjunto de reglas escritas. Nuestra propia cultura será guía de nuestra posición ética: ¿Más del lado del bien o del mal?— Mérida, Yucatán.
Contador público certificado, maestro en Finanzas y consultor de empresas