Sábado, 12 de diciembre de 2015 – Edición impresa
Fernando Ojeda Llanes (*)
Hace exactamente 484 años, precisamente en un día como hoy pero del año 1531, a las 6:45 de la mañana la Virgen de Guadalupe nos dejó su sagrada imagen impresa en la tilma de San Juan Diego, misma que se encuentra en estos momentos a la vista de todo el mundo en la Basílica Santa María de Guadalupe de la ciudad de México.
La Virgen de Guadalupe se apareció en el Tepeyac como la primera evangelizadora de América y trayendo en su vientre a su amado Hijo Nuestro Señor Jesucristo. Fue todo un acontecimiento que los indígenas de aquella época supieron comprender porque la imagen es todo un códice lleno de señales y mensajes.
Es la primera evangelizadora de América porque antes de su aparición fue imposible lograr la evangelización de los indígenas por tan pocos sacerdotes y misioneros que llegaron durante la Conquista de México y ante el terrible comportamiento de los miembros de la Primera Audiencia.
Pero a partir de su aparición, en el transcurso de siete años acudieron a recibir los sacramentos más de ocho millones de personas, extendiéndose la evangelización a toda América y el mundo entero.
La sagrada imagen ha sido estudiada por todo tipo de especialistas para tratar de identificar la forma como se imprimió; a pesar de todos los estudios que se han realizado la ciencia hasta el momento no puede explicar cómo se imprimió utilizando el jugo de las flores y cubriéndose de brillantes colores.
El Nican Mopohua, el documento histórico que narra las apariciones, menciona entre otros bellos momentos algo que es de lo más impactante y es que la Virgen, a solicitud del obispo Zumárraga, le envía como señal un conjunto de frescas y variadas flores que Juan Diego subió a cortar al cerro del Tepeyac. La Virgen le pide que regrese con Ella y no que se las lleve en forma directa al Obispo; este hecho es trascendental porque cuando Juan Diego regresa ante la Virgen con la flores cortadas dentro de su tilma Ella las toma con sus sagradas manos y las vuelve a colocar “acomodadas” en la tilma; después le dice a Juan Diego que las lleve a Zumárraga, ante cuya presencia se extiende la tilma para mostrar impresa la imagen.
La señal que solicitó el Obispo y que le es enviada consiste en flores, éstas juegan un papel principal no sólo en el Acontecimiento Guadalupano sino en toda la cristiandad, porque, de la misma forma, en la Sábana Santa de Turín las flores representan algo sumamente importante. La Sábana Santa y la imagen de la Virgen de Guadalupe son las dos únicas imágenes no hechas por mano humana que existen en el mundo.
La Sábana Santa ha sido la más investigada a través de los años, se ha comprobado su autenticidad pero la ciencia no ha logrado explicar la forma como se imprimió. La única explicación es el milagro de su resurrección.
Los científicos han comprobado la existencia de imágenes de flores impresas en la Sábana Santa, alrededor de la cabeza de Cristo, formando una diadema o corona. De tal forma que lo más asombroso de estas dos imágenes no hechas por humano es la presencia de flores.
La imagen de la Virgen de Guadalupe está llena de flores, porque con el jugo de éstas se imprimió su imagen y fue la propia Virgen la que tomó en sus manos las flores que envió al Obispo, mismas manos que colocaron las flores en la Sábana Santa alrededor de la cabeza de Cristo cuando fue bajado de la cruz y sepultado en la cueva excavada en las rocas.
La Santísima Virgen María al momento de la sepultura de su Hijo lo tuvo en sus brazos y con amor desprendió las flores de su tallo una por una y le formó alrededor de su cabeza una diadema o corona, las mismas manos que manchadas con la sangre de su amado Hijo siglos después cuando se apareció como Santa María de Guadalupe tocaron las flores que Juan Diego cortó en el cerro del Tepeyac y sirvieron para la señal al Obispo. Ustedes pueden ver por sí mismos cómo se realizó este conjunto de bellezas y milagros visitando sin ningún costo la exposición de la única réplica en México certificada de la Sábana Santa original que se encuentra en Turín y nos fue proporcionada por el equipo Sturp, grupo de científicos que realizó los más profundos y valiosos estudios en 1978 y a la fecha. Se encuentra en el Centro Guadalupano, donde su exhibición fue inaugurada el 28 de noviembre por monseñor Gustavo Rodríguez Vega, arzobispo de Yucatán, con la presencia de monseñor Enrique Glennie Graue, rector de la Basílica Santa María de Guadalupe, de quien depende nuestro Instituto Superior de Estudios Guadalupanos.
Representante en Mérida del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos de la Basílica Santa María de Guadalupe.